domingo, 8 de mayo de 2011

Las misteriosas "pirámides" amazónicas (1998-2002)

En lo que se refiere a mí, esto hace una docena de años que me intereso por la historia de esta ciudad perdida y que dedico una gran parte de mis investigaciones al estudio de la presencia permanente de los Incas en la selva amazónica, realizando cada año varias expediciones.


Reveladas por primera vez en el "South American Explorer Magazine", (N°1, octubre de 1977), las "pirámides" de Paratoari no lo acaban de alimentar las hipótesis más locas...
Diplomado de la universidad François Rabelais de Tours (Francia U.E.) en Historia y Geografía (DEUG Historia-Geo, Licencia Historia-Geo, Maestría en Historia Moderna) y de la universidad de Toulouse le Mirail (Francia U.E.) en Historia y Arqueología (DEA Estudios sobre América latina), mi interés para esta historia nació hace una veintena de años en consecuencia del descubrimiento de curiosas fotos satélites. Habían sido realizadas en diciembre de 1975 en el sudeste de Perú por un satélite americano de observación de la Tierra (ERTS), Landsat II. Se había reparado sobre algunas de ellas un tipo de "anfiteatro" inmenso, situado al pie de una montaña de altitud media, dentro del cual misteriosos "puntos", simétricamente dispuestos, parecían señalar la presencia de un sitio arqueológico desconocido. ¡Al corazón de la selva virgen! Y en esta zona donde justamente se busca, desde hace cincuenta años, la ciudad perdida.

Reveladas por el arqueólogo Rodolpho Bragagnini en mayo de 1976, las "pirámides" de Paratoari son localizadas en el Parque Nacional del Manú, Departamento de Madre de Dios, en el sudeste de Perú.
(Foto: Landsat II, 31 de diciembre)
A la vuelta de los años '70/'80, aviones de reconocimiento habían comprobado que estos famosos "puntos" en cuestión estaban, en realidad, pirámides gigantescas, situadas al pie de esta montaña, la Sierra Baja de Pantiacolla (en lengua quechua, Pantiaj Colla significa "el lugar donde se pierde la princesa").
El conjunto hacía cuatro kilómetros de longitud, y, para lo que yo mismo pude comprobar en el momento de diferentes sobrevuelos ulteriores con las fuerzas aéreas de Perú, se cuenta cerca de 22 "pirámides", que algunas tienen 150 a 200 metros de envergadura. Hay otras formaciones semicirculares o rectangulares de grandes tallas en el mismo perímetro.
En la época (1979-1980), el conjunto dejaba pensar en un santuario inmenso, incluso en una ciudad entera, engullida en la selva. Aquí se escondían posiblemente los restos de una antigua ciudad inca. Posiblemente hasta los vestigios de Paititi, la reina de las ciudades perdidas sudamericanas.

Thierry Jamin y Herbert Cartagena, quieren descubrir el misterio de las "pirámides".
(Foto: Florence Dugowson, julio de 2002)
Con mi cómplice Herbert Cartagena, un explorador franco-peruano, descubridor, en 1979, con su esposa Nicole, de una pequeña ciudad inca, Mameria, situada al noroeste de las "pirámides", organizo varias expediciones en esta región, entre 1998 y 2005, para aportar una respuesta definitiva al misterio de las “pirámides”, viejo de una veintena de años.
De manera un poco general, se trata de expediciones que efectuamos primero con 4X4, desde Cusco, la antigua capital inca, situada en el sur de Perú, en la cordillera de los Andes, hasta algunos pueblos situados en los márgenes de la selva amazónica, al otro lado de la cordillera. Pasamos entonces cuellos a 5.000 metros, con destino a la llanura amazónica, siguiendo una vieja pista transitable. Luego, hacia el trozo de esta pista, dejamos el 4X4 para embarcar sobre piraguas a motores (peque-peque). Subimos así los ríos, lo más lejos posible, a través de la selva. Hasta el momento cuando se debe continuar a pie, con toda la logística sobre la espalda. Y nos valemos de machete para progresar a través de la selva, hasta las zonas que queremos explorar.

En agosto de 2001, el equipo de exploradores alcanza por fin al pie de las "pirámides"…
(Foto: Florence Dugowson, agosto de 2001)
Así es como conseguimos alcanzar estas "pirámides" famosas, en agosto de 2001, después de varias tentativas infructuosas. En esta época, podemos explorar sólo una parte mínima del sitio. Porque la vegetación allí es tan densa, el relieve tan caótico y el conjunto es tan vasto como sucede difícil de explorar todo de una vez. Llegamos sin embargo a sacar algunas conclusiones y a formular algunas hipótesis.
Primero, estas "pirámides", las que ciertos autores no vacilaban en hacer una ciudad egipcia o atlante, incluso una base extraterrena (!), son en realidad de origen natural y no encontramos ninguna ciudad a su pie. Constituyen un caso relativamente raro en geología, el resultado de un fenómeno de erosión catastrófica conocido bajo el nombre de "dientes del diablo", o de formaciones en "espigas". No obstante, algunas de ellas aparecen haber sido adaptadas por el hombre.


Al pie de las "pirámides", sobre una orilla del rio Inchipiato, Ignacio Mamani descubre un día una hachuela inca. La prueba es hecha: los Hijos del Sol frecuentaban bien este lugar…
(Foto: Florence Dugowson, agosto de 2001)
Descubrimos, en efecto, en el curso de expediciones realizadas los años siguientes, una cantidad impresionante de objetos incaicos, atestiguando la presencia de los Hijos del Sol en esta zona lejana de Perú, virgen de toda investigación arqueológica. Damos a luz varios machetes de piedra, a uso militar, otros en metal, champi. Una de ellos está visiblemente a uso doméstico y da a pensar que puede provenir sólo de un sitio permanente.
Los habitantes de la selva, los Machiguengas, consideran estas "pirámides" como un gran santuario de los "Antiguos". Dan a este sitio el nombre de Paratoari. Nos hablan de la presencia de socabones, o de túneles, en algunas de ellas, y algunos llevarían derecho en la montaña. Utilizan también, al diario, objetos de un valor inestimable, pareciendo indicar la presencia, en las cercanías, de una ciudad grande.


En la comunidad de Llactapampa, no lejos del Paratoari, los habitantes utilizan un número considerable de objetos incas descubiertos en la región. ¿De donde provienen? Aquí, un magnífico mortero con cabeza de tortuga.
(Foto: Florence Dugowson, agosto de 2001)
Descubro un día, en una comunidad vecina de las "pirámides", un mortero inca magnífico, descubierto por un joven indio en un río situado en el norte del Paratoari. Una cantidad considerable de material arqueológico regularmente es traída por este río, el rio Negro, el cual nace al otro lado de la sierra de Pantiacolla.
En el curso de los años, adquiero la convicción de un lazo estrecho entre las "pirámides" de Paratoari y una ciudad inca importante de la que sospecho ahora la presencia a algunos kilómetros de ahí, posiblemente al otro lado de la montaña. El objetivo de las expediciones que van entonces a encadenarse, entre el 2003 y el 2005, precisamente será localizar esta famosa ciudad.


Un Machiguenga de la comunidad de Palotoa-Teparo. ¿Conoce el secreto de las "pirámides"?
(Foto: Florence Dugowson, agosto de 2001)
Conocemos, en efecto, el atractivo de las Incas y de las numerosas culturas sudamericanas por las montañas, las emanaciones de la diosa Pachamama, la Tierra Madre. Ciertas montañas son consideradas todavía hoyen día en los países andinos como fuerzas naturales, que se llama apus. La forma piramidal jugaba, por otro lado, una función muy importante en la cosmogonía de los pueblos andinos. Es el caso de Machu Picchu. Este sitio famoso, descubierto en 1911, es dominado por tres montañas cónicas, o piramidales, entre las que el más célebre y el más alto es el Huayna Picchu. Esto seguramente no es un azar. Desde entonces, imaginemos un lugar, conocido de los Incas, donde se levantaría una veintena de Huayna Picchu...
En el momento de una expedición realizada en julio de 2002, reparo, al pie de las "pirámides", varios bloques ciclópeos de piedras, indudablemente de origen inca. Se trata parece de "piedras cansadas", talladas a la moda inca y abandonadas de camino por una razón indeterminada. La talla de estas piedras nos daba a pensar que fueron destinadas a la construcción de grandes edificios, tales como los de Cusco, de Pisac o de Machu Picchu.
Para más detalles: Thierry Jamin, Pierre-Albert Ruquier, "L'Eldorado inca. A la recherche de Païtiti", éditions Hugo y Cie, Paris, novembre 2006. Comprar el libro en línea: pulse aquí.

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