domingo, 24 de julio de 2011

La Verdadera Causa de la Enfermedad


  FRANTERNIDAD ROSACRUZ
Por absurdo e inverosímil que parezca, podemos asegurar que somos
nosotros mismos los causantes de nuestros males y dolencias. Aunque el medio
ambiente y los cambios de clima, los accidentes, etc. Parezcan ser las causas
determinantes de la enfermedad, la verdadera causa la tenemos que buscarla
dentro de nosotros mismos.
Todas las dolencias físicas, mentales y emocionales que nos aquejan, se
manifiestan primero en nuestro cuerpo mental y emocional antes de
manifestarse en nuestro cuerpo físico, y provienen de nuestra forma
equivocada de vivir, de pensar, de sentir, y el resultado directo de nuestros
errores del pasado. Esto es por no haber atendido a la llamada interior de
nuestra conciencia, que constantemente trata de sobreponerse a nuestra
naturaleza inferior.
Los Grandes Seres, que desde los mundos celestes guían el destino de la
humanidad, permiten que suframos las consecuencias inevitables de nuestros
errores, en un esfuerzo de obligar a nuestra naturaleza inferior a soltar los
tentáculos con que se aferra a nuestros vehículos superiores. Lo aceptemos o
no, todos tarde o temprano, nos veremos forzados a admitir que todos
nuestros sufrimientos se deben a nuestros propios actos, tanto a los de esta
vida como a los de nuestras vidas anteriores.
Malos sentimientos, mala voluntad para con los demás, gratificación
inmoderada de los sentidos y otras formas de egoísmo, tienden a interferir
con las glándulas, nervios y órganos de nuestro cuerpo. Aunque es cierto que
podemos con frecuencia aliviar nuestras dolencias por medio de dietas
adecuadas, medicamentos y tratamientos varios, lo cierto es que solo
podemos aspirar a una curación completa cuando desterramos todas las bajas
inclinaciones de nuestra naturaleza inferior y vivimos la vida superior de
pureza, de amor y servicio desinteresado de la humanidad.
Es por tan importante razón, que la curación verdadera nos permite
aprender la lección espiritual contenida en la enfermedad misma.
Comprendemos, entonces, que debemos atribuir la causa de la
enfermedad a nuestra propia ignorancia y locura por haber infringido las leyes
Divinas, y no a una causa desconocida que, en nuestra ignorancia, atribuimos
a una suerte caprichosa y despiadada.
Esto nos permite trabajar en la más íntima armonía con los auxiliares
invisibles y así poder desterrar los malos hábitos que se manifiestan en males
y dolencias por no guardar armonía con el Plan Divino de la Creación.
Descubierta y aceptada la causa interior de nuestros males y dolencias,
que pueden ser: irritabilidad, gratificación desordenada de nuestros sentidos,
odio, resentimiento, miedo, lascivia, o cualquier otra cosa de orden negativo
y destructivo, que nos mantiene atados a nuestra naturaleza inferior,
podemos entonces emprender la gloriosa tarea de nuestra liberación con
sistemática persistencia y fe en Dios. Esto lo podemos realizar, resistiendo y
combatiendo todo aquello de orden inferior.
Pero existe un método natural de mucha mayor eficiencia. En efecto, en
un momento de reflexión nos demostrara que el polo opuesto de todo vicio es
una virtud, en la que ese vicio debe ser transmutado. Inmediatamente
comprendemos entonces lo imposible que es ser al mismo tiempo abstinente y
glotón, paciente e impaciente, amoroso y desamoroso, puro e impuro, etc.;
por consiguiente, si cultivamos cierta cualidad, el vicio quedará desterrado.
Viviendo una vida consagrada a los altos ideales, cultivando lo bueno y lo
verdadero dentro de nosotros y tratando siempre de ponernos a tono con las
altas vibraciones del amor, automáticamente nos sobrepondremos y
venceremos las bajas tendencias a que nos impele nuestra naturaleza inferior
con tanta o mas seguridad que el calor se opone al frío y la luz a las tinieblas.
Es mucho mas fácil desterrar un mal habito (vicio) construyendo el habito
opuesto (virtud), que atacándolo directamente y extrayéndolo de raíz. Esto
es, sin duda, lo que San Pablo quiso dar a entender cuando dijo: “No te dejes
dominar por el mal, antes bien, domina el mal con el bien.”
Es innegable que muchos de nosotros hemos adquirido malos hábitos que
están fuera de control de nuestra voluntad poder desterrar. Sin embargo si
sabemos que los Auxiliares invisibles trabajan con nosotros mental, emocional
y espiritualmente, para restablecer la armonía en nosotros y suavizar nuestros
dolores y que están siempre dispuestos a ayudarnos amorosamente a
liberarnos de nuestros males por medio de la auto regeneración; esa poderosa
ayuda, sumada a la que nosotros mismos podemos aportar, nos permitirá
obtener resultados que nos seria imposible obtener por nosotros mismos.
Siendo esto posible en el caso particular de usted, lo urgimos para que
coopere con los auxiliares invisibles.
Usted ha llegado a nosotros en busca de ayuda espiritual; pues bien, crea
y acepte que ya la esta recibiendo. Tenga presente, sin embargo, que el
beneficio que pueda usted obtener de tal ayuda depende en gran parte, de su
voluntad, y firme deseo de cooperar con los auxiliares invisibles, para
restablecer la armonía desaparecida entre su vida y la Ley Natural Divina.
Usted no puede esperar que ninguna Entidad Divina, por amorosa que sea,
quiera hacerle perder sus malos hábitos y errores por la fuerza, pues eso seria
atentar contra su libre albedrío, que es un don que Dios nos ha dado. Es a
usted a quien le corresponde combatir con voluntad y decisión sus errores y
malos hábitos; y es como usted debe cooperar. Es una gran verdad que: “Dios
por intermedio de sus auxiliares invisibles ayuda a los que se ayudan a si
mismo.

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