miércoles, 3 de agosto de 2011

Si los humanos fueran capaces de analizar lo que sucede en su interior

From: "Mirna Larios"


La cólera, la rebeldía... Si los humanos fueran capaces de analizar lo que sucede en su interior en el momento en que se abandonan a estos impulsos, constatarían que su organismo está registrando vibraciones violentas y caóticas que se graban definitivamente en sus células.

Pero ellos no se observan y no saben tampoco que la naturaleza, que tiene una inteligencia y una memoria, les prepara algunas lecciones para más adelante.

Se casarán y tendrán hijos: pues bien, estos hijos se parecerán a ellos, serán violentos, rebeldes e irrespetuosos como ellos.

Y entonces será inútil quejarse:

«¡Oh, qué injusticia! ¡No merecía semejantes hijos!»

Y entonces será el momento de recordar cómo eran ellos en el pasado, comprenderán, pero ya será demasiado tarde.

La ley del rebote existe tanto en el mundo psíquico como en el mundo físico.

Desgraciadamente, sólo cuando las consecuencias de sus actos recaen sobre su cabeza, los humanos comienzan a reflexionar y a comprender."

"El poder de los seres espirituales reside en el poder de su aura. Un gran Maestro es capaz de extender su aura hasta tal punto de tomar toda una región bajo su protección e impregnar al mismo tiempo el aura de los humanos que en ella habitan con el fin de introducirles una nueva vida. Sabe que sus posibilidades materiales son limitadas, pero psíquicamente son inmensas, y no tiene otro deseo que desplegar su aura para alcanzar y tomar bajo su protección el mayor número de criaturas.

Con su aura un Maestro espiritual trabaja también sobre la vegetación y actúa sobre las corrientes atmosféricas. También gracias a esta aura inmensa puede alcanzar incontables regiones del universo y es así como llega a una comprensión tan profunda de las cosas.

Vosotros también podéis por vuestra parte desarrollar vuestra aura y volverla más intensa, más vibrante, pero esto supone que comencéis trabajando con las virtudes: el amor, la sabiduría, la verdad, la justicia, la pureza y la bondad."

"¡Cuántos moralistas han opinado que el acto sexual es reprobable!
Pero en realidad, el acto en sí no es ni malo ni bueno; únicamente la intención que se pone en él, la manera de vivirlo, lo convierte en un acto criminal o santo.

Si un ser no ha trabajado sobre sí mismo, si tiene intenciones egoístas o deshonestas, aunque decida dar legitimidad a este acto casándose, será quizás aprobado y aplaudido, su familia le hará un banquete, el juzgado y la Iglesia le darán, uno el derecho y el otro la bendición, pero la naturaleza le condenará.

Porque, ¿qué transmitirá a su mujer (o la mujer a su marido)?
Enfermedades, vicios, influencias nocivas, nada más.

Así pues, aunque el mundo entero apruebe el acto, las leyes de la naturaleza viva se pronunciarán contra él. Y viceversa: algunos podrán reprocharos de mantener relaciones sexuales con una mujer o un hombre con el que no estéis oficialmente casados, pero si habéis derramado el Cielo en el alma de este ser, si gracias a vuestro amor se eleva, se ennoblece y se embellece, el Cielo en lo alto se maravillará y os dará sus bendiciones."

Mientras no aprendáis a alimentar el fuego en vuestra alma, de nada sirve reclamar la presencia divina. Aunque alguien os dé esta presencia, la perderéis muy rápidamente, porque un fuego que no sabéis mantener en vosotros se apaga. Os gustaría recibir a la Divinidad como los cristianos reciben la ostia que les da el sacerdote.

Pero Dios no está en la ostia; cada uno de nosotros debe preparar el estado divino, ganarlo, conquistarlo y alimentarlo.
Lo que la Iglesia ha inculcado a sus fieles no es siempre conforme a las leyes divinas.

¿Por qué se apodera del derecho de dar a Dios? Dice: «Abrid la boca.

Al bendecir la ostia, os suministramos lo divino.» Y así mantiene a los cristianos en la pereza; por esto tantos de ellos continúan siendo dependientes y débiles.

Nadie jamás os dará a Dios. Sois vosotros quienes debéis encontrarle, esforzándoos cada día en llegar a ser los hilos conductores de su sabiduría y de su amor; y cuando penetre en vosotros, gozaréis de la vida eterna."

"Reflexionad bien antes de hacer una promesa, porque una promesa siempre debe ser cumplida.

Ni el Señor podrá liberaros de cumplirla. Antes de hacerla debéis saber si podréis mantenerla o no.

No debéis decir: «¡Bah¡ ¡puedo prometer cualquier cosa, esto no me compromete a nada!» Pues sí, precisamente os compromete.

En el plano físico, quizás, si no habéis realizado esta promesa por escrito, nadie tendrá una prueba para condenaros; pero en el plano sutil, vuestras palabras han sido grabadas y existen para siempre: no en un papel, sino en algo mejor que un papel, ¡en una cinta hablada!

Una promesa jamás queda sin consecuencias. Habéis sido grabados. Y si os mostráis descuidados, la Justicia divina que no necesita papeles para tener pruebas de vuestras palabras o de vuestros actos, os juzgará como un ser con el que no se puede contar."

"En todas partes sólo se ve a gente ocupada en criticar, quejarse, relatar lo desanimados que se sienten, lo desgraciados que son, por esto, por aquello… ¡porque nada de nada!

Quizás sentirse en semejante estado de ánimo indica que no han comprendido las verdades de la vida.

«¿Cómo? – responderán algunos –

¿no hemos comprendido nada? ¡Pero tenemos diplomas, hemos leído a filósofos y pensadores!» De acuerdo, pero vuestra actitud muestra que no habéis comprendido nada.

Tener diplomas, haber leído bibliotecas enteras es ciertamente una prueba de que sois personas doctas, eruditas, y no que hayáis comprendido lo que es la vida.

La prueba está precisamente en poder dar pruebas de vuestra comprensión, y estas pruebas son la serenidad, el dominio de sí mismos, la indulgencia hacia los demás, la capacidad de resolver los problemas. Si dais pruebas de ello, aunque no tengáis ningún diploma, aunque no hayáis leído nada, poseéis la ciencia de la vida. Pues bien, está claro."

"Dios está presente en toda la creación... Desde la piedra, dónde está limitado al máximo y donde podemos tocarle, hasta la sustancia más inmaterial, la luz, y más allá.

En efecto, Dios está presente en las piedras, las plantas, los animales, los humanos, los ángeles y todas las jerarquías celestiales, y más allá todavía... Tiene sus miembros profundamente hundidos en la materia, pero hay regiones donde Él es más libre. En las formas más densas de la materia no se puede mover, pero en su Reino, Él es libre absolutamente.

Dios es libre, en efecto, pero fuera de nuestro mundo. Cuando Él entra en nuestro mundo, se encuentra limitado. Por esto cuando las personas, indignadas ante ciertos acontecimientos se rebelan y dicen.

«¡Dios no debería permitir semejantes cosas!», es porque no han comprendido nada. Si poseyeran el verdadero saber, comprenderían que Dios precisamente no puede intervenir.

En la tierra, Dios está limitado, y somos nosotros quienes le limitamos. Dios es a la vez limitado e ilimitado. Es limitado en nuestros corazones, pero es libre en el corazón de los ángeles."

El agricultor sabe en que época debe labrar, sembrar, podar y cosechar... Pero a cada uno de nosotros nos corresponde también aprender a trabajar según las estaciones.

Salomón dijo en el Eclesiastés:

«Existe un tiempo para cada cosa, un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo que fue plantado, un tiempo para abrazar y un tiempo para alejarse de los abrazos, un tiempo para abatir y un tiempo para edificar.»

Estas palabras no sólo se refieren al plano físico, a las actividades físicas, sino que también es preciso interpretarlas desde el punto de vista mágico, cabalista.

La Cábala explica cómo determinar este tiempo para cada cosa, lo que es toda una ciencia. Según las estaciones, hay en el transcurso del año un trabajo interior a realizar con los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, los cuatro Arcángeles, así como con las piedras preciosas, las plantas y las entidades que les corresponden."

Os sentís tristes, inquietos e irritados...

Estas sensaciones corresponden a unos niveles de conciencia inferiores.

Entonces, ¿por qué no cambiar de nivel?

Así como nada os obliga a permanecer en vuestro sótano donde está oscuro y hace frío, nada os obliga tampoco a permanecer en vuestros sótanos interiores.

Mediante la concentración y la oración esforzaos en elevaros hasta las regiones de la súper conciencia, la conciencia divina, donde viviréis en la luz y en la paz.

Haciendo este ejercicio os daréis cuenta que nada puede limitaros, porque vuestro ser se extiende hasta el infinito. Os fusionáis con la luz divina, y en esta fusión, que es la única experiencia verdadera de libertad, sentís, aunque no sea más que por un corto instante, que vuestro Yo superior, que es una partícula de Dios mismo, toma poco a poco posesión de vosotros... A partir de entonces, cualquiera que sean las circunstancias, sabréis que por encima vuestro el espacio siempre está libre y abierto."



Omraam Mikhaël Aïvanhov

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